{GratituD}

El campo era tan verde que hacia mal a la vista ver esa inmensidad.
Con mi caballo logre meterme en un camino que me llevo a un monte de pinos muy antiguos, y que desde lo lejos ya me habia cautivado.
Al paso, por temor a lo desconocido, entre al bosque. Mi caballo blanco parecia ansioso por mostrarme lo que alli dentro se escondia. Las riendas parecian deshacerse de entre mis manos.
Ya no estaban mas, pero senti seguridad y me deje llevar por el sabio animal que guiaba mi sendero.
Una vez dentro, el sonido se saturo, y me vi sumido en un silencio extremadamente aturdidor. Me recordo a la ausencia de sonido del vientre de mi madre antes de mi concepcion.
Senti necesidad de hablar, pero me dio verguenza corromper esa maravilla de la naturaleza, y callè.
Aquel equino insistente me condujo a un gigante tronco viejo y vacio. Èl me obligo a descender de su lomo y me invito a mirar al interior del tronco.
En el momento en que mis rodillas tocaron el pasto y mis ojos se cruzaron con el interior de taninos; el bosque irradio una luz blanca que calmo mis ojos y me hizo ver.
Un instinto puramente humano me dijo que eleve mis pies y me pare erguido.
No pude ver nada especial, a simple vista.
Pero al ver la hoja mas cercana de la rama que rozaba mi hombro izquierdo, logre ver. Y vi.
Vi una imagen plasmada en ella. Imagen de mi vida.
Estaba uno de mis seres mas queridos: mi mamà.
Ahi senti cual era el mensaje del bosque. Cuando observe detenidamente esa hoja, un sentimiento de gratitud invadio mi esencia. Era agradecimiento.
Corri mi mirada a la hoja aledaña. Y vi.
Vi a otro ser querido. Y senti.
Sucesivamente hice lo mismo con cada hoja de cada arbol del inmenso bosque. En cada una habia una persona, un objeto, un sentimiento, una emocion, una virtud, un defecto, un don, una tentacion. Y me senti agradecido por cada una de esas cosas.
Justo cuando pense que ese momento seria eterno, las hojas empezaron a caerse, hasta la ultima. Y no entendi.
Desorientado, camine unos pasos y volvi a toparme con el tronco hueco. En su interior habia un enorme saco con mi nombre.
Dios me invitaba a recoger una a una esas hojas, y depositarlas dentro del saco.
Junte fuerzas y en poco tiempo ya las tenia a todas adentro.
Nuevamente el bosque florecio y se lleno de hojas. Y ahi entendi.
Monte mi caballo, pero no quiso emprender su marcha. Algo no estaba bien.
En ese momento, un destello dorado entro en mi campo visual por el rabillo del ojo.
Era un brillo dorado. Corriendo me acerque.
Era una hoja de oro macizo, muy brillante, con nervaduras de diamante rosa y el cabo de un cuarzo transparente como el agua mas pura.
Lo tome en mis sudorosas manos y su brillo aumento.
Observe detenidamente y tu nombre aparecia en ella. Y me senti agradecido.
Agradecido por que existis, por que sos vos, por que sos la parte mas importante de mi corazon.
Sos el amor de mi vida. Y ahi estaba la hoja de mi gratitud por vos.
La apoye en mi pecho y parecio quemarme. Quemò mis ropas, quemò mi piel, se abriò paso por mi torax y senti tu fuego en mi corazon.
Baje mi vista para limpiar mi sangre, pero no habia.
No habia fluido, no habia tajo, no habia cicatriz.
Pero la hoja estaba bien adentro de mi corazon, y ahi se quedaria por siempre.
De un salto montè a mi animal y se disparò como un rayo hacia la salida del bosque. Al hombro llevaba mi saco rebosante de hojas de agradecimiento.
En mi corazon llevaba la hoja mas importante, por la cual me siento mas agradecido.
A una velocidad increible, mi caballo cruzò el limite del bosque y un estallido zumbò en mis timpanos. Y corrimos.
Corrimos hacia el Sol, èl (mi caballo) y yo. Sentimental y emocionalmente agradecidos por todo lo que nos rodea.
Pero por sobre todas las cosas, agradecidos por vos.
Hacia el Sol, te encontramos.
Mi hoja tuya y tu hoja mia, se fundiran en un arbol de amor infinito.
Gracias por la gratitud.